sábado, 9 de mayo de 2009

Lo que se pierde...

Creo que todos somos así: un poco desagradecidos. Tendemos a desear lo que está más allá de nuestro alcance cuando, a veces, todo lo que querías estaba justo ahí, frente a tus ojos; y mi edad, esa donde querés, querés y querés, te hace pasar a máxima velocidad junto a cosas maravillosas sin tener tiempo de percibirlas, apreciarlas, o quizá sólo prestarles atención.

A veces no es una cosa, algunas veces son personas. ¡Oh, qué terrible es "perder" a alguien!... Te hace sentir estúpido y duele... duele tanto...


Tenía catorce años la primera vez que me enamoré. Tenía sólo quince cuando me quitaron todo y me destruyeron, dejando nada de lo que solía ser.

Entonces me sentía tan poco humana, sentía que había perdido precisamente eso: la capacidad de sentir... Ahí fue que apareció ÉL, cual caballero de armadura brillante. Me refugié en él, en sus palabras, en la forma en la que me demostraba que le importaba que yo estuviera bien... Creyó en mí, me encontró cuando ni yo misma podía hacerlo y así, poco a poco, me hallé para no perderme más: más fuerte, más grande, un poquito más sabia... Fue el primero que me dijo aquellas dos palabras que son tan lindas y que todos quieren oír: TE AMO. "Te amo tal y como sos", en un momento en el que no era nada, o tal vez muy poco. Supe en ese mismo instante que mi respuesta era "sí" pero, aún no era yo misma, no tenía mucho que ofrecer y pensé que lo quería tanto que no podía hacerle eso: obligarlo a quedarse con tan poco cuando él valía tanto, ser tan egoísta como para arrastrarlo conmigo en mi depresión... No, no pude hacerle eso.

Mantuvimos contacto, nos declaramos amigos, le dimos a nuestra relación el nombre de amistad platónica (aquella relación de amor en la que no se pretende el romance o cualquier cosa que tenga que ver con eso, donde ese amor es aún más fuerte que la atracción física). Y no me molestaba, yo estaba contenta, lo único que no quería era... que se fuera. Tal vez tenía miedo de que si así era, no podría volver a encontrarme yo.

Pero ya hace años de eso... y él no podía esperarme para siempre. Curiosamente su novia tiene el mismo nombre que yo, se enamoró de lo mismo que yo, es artista como yo... ¡Coincidimos en tanto! Sólo que ella se animó a pararse donde yo habría podido y no lo hice...

Aún no la conozco y, en realidad, no sé si quiero hacerlo. Por ahora ella es sólo una intrusa de fantasía entre el lazo mío con él, si la conociera sería como admitir que realmente existe, que de verdad yo no soy más el "centro de su universo"...

¿Cuestión de ego o amor dolido? ¿Cobardía o humanidad? Quizá un poco de las dos... quizá ni un poco de ninguna... Lo único que sé es que cuando él me la presente yo la voy a saludar, le voy a sonreír y le voy a decir: "Él te ama a vos, y no sabes lo afortunada que sos por eso..."

1 comentario:

  1. PARA NUESTRA DESGRACIA A VECES EL MIEDO Y LA COBARDÍA NOS INVADEN TANTO QUE PERDEMOS LO QUE MÁS ANHELAMOS. HAY QUE QUITARNOS ESAS ABSURDAS ETIQUETAS DEL PENSAMIENTO Y ATREVERMOS A IR MÁS ALLÁ DE LO QUE CREEMOS POSIBLE. YO PASÉ POR SITUACIONES SIMILARES A LAS TUYAS HASTA QUE LLEGÓ UN MOMENTO QUE ME DIJE "NO MÁS MIEDO, AHORA SOY UNA TRIUNFADORA". DE AHÍ EN ADELANTE ME ARRIESGO POR LO QUE DESEO Y POR LO QUE QUIERO. OJALA QUE TAMBIÉN TU DECIDAS HACER LO MISMO. AL FINAL NO PERDEMOS NADA Y PODEMOS GANAR MUCHO.

    FELICIDADES POR TUS ESCRITOS.

    SALU2.

    ResponderEliminar